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Detectadas otras partículas nocivas en el metro madrileño, además del amianto

No solo las estaciones, túneles y cuartos viejos causan inquietud a los trabajadores del Metro de Madrid por el veneno que puedan guardar sus techos y paredes. También algunas estaciones nuevas son lugares para el recelo, como la de Estadio Olímpico, cabecera de la todavía flamante Línea 7B, que une Madrid con los municipios de su periferia Este. Los empleados de Metro que frecuentan esa estación describen una neblina fina ocasional, formada por un polvo persistente.



Un informe reservado de Metro de Madrid refiere la existencia de partículas de diversos metales y de tamaño “perfectamente inhalable” en varios puntos de la estación, de los cuales tres albergan polvo con un “elevado contenido de fracción respirable”. Se considera tal a la partícula que, por su tamaño, puede llegar hasta los pulmones. El informe no concluye que el púbico o trabajadores estén en peligro.

Metro de Madrid encargó el análisis al laboratorio IPROMA en junio de 2016. En el informe se lee: “Este polvo ha sido detectado a lo largo de estos últimos meses, sobre todo en la estación de Estadio Olímpico, y se deposita en mayor o menor cantidad en todas las dependencias de la estación, y a pesar de limpiarse diariamente y de realizarse limpiezas integrales de mayor consistencia, vuelve a aparecer”.
Círculo oscuro

Todo empezó un año antes, con un persistente círculo rojinegro en la puerta de la taquilla de un técnico de esa estación, muy frecuentada por público que acude a los eventos deportivos del Atlético de Madrid, pues da al estadio Metropolitano. El operario -relatan compañeros suyos- guardó un imán redondo en su armario dejándolo adherido a la parte de atrás de la puerta, que es de chapa. Al día siguiente, cuando llegó a trabajar, un círculo perfecto de polvo se había formado en la taquilla, por delante de donde está el imán. El trabajador lo quitó con el dedo, se vistió y se fue a trabajar. Al acabar el turno, otro círculo oscuro estaba en el mismo lugar; y otro al día siguiente.

La mancha redonda se hizo popular entre una plantilla de trabajadores de esa línea acostumbrados a que en sus muebles, su uniforme y, sobre todo, sus pañuelos, se concentre el mismo polvo rojinegro. “Se deposita en el suelo, en las paredes, en la ropa… ­-relata Javier del Llano, presidente del Comité de Empresa de Metro de Madrid-. Cualquier trabajador que pasa la mano por los muebles ve que se le oscurecen. Y también si se suena: el pañuelo queda negro”. Hoy la 7B es la única línea de Metro de Madrid donde los trabajadores que lo deseen tienen mascarillas para su uso diario.
Metales de elevada toxicidad

El informe encargado por Metro de Madrid concluye que en el polvo hay, sobre todo, cobre y manganeso, además de plomo y zinc, metales considerados de “elevada toxicidad”, si bien “no se han encontrado elevadas concentraciones que puedan suponer un riesgo de exposición laboral”, dice el análisis.

Ahora bien, en numerosas notas sobre las tomas de muestras que hizo Iproma durante los días 28 y 29 junio y 1 de julio de 2016, el técnico encargado de recogerlas refiere: “Se detecta polvo, pero es difícil recoger la cantidad mínima requerida de 25 gramos porque se encuentra depositado sobre lugares de difícil acceso”.

Tres puntos de toma de muestras presentan un “alto contenido” de “partículas inhalables con capacidad de penetración alveolar”, o sea, metales que pueden depositarse en los alvéolos pulmonares. Esos puntos son un cuarto de técnico junto al andén central, una sala posterior de un ventilador junto al andén 1 y un fondo de saco para maniobras.
Quejas sindicales

“Me da igual cuánto polvo hay en el suelo o las paredes. Lo que yo quiero saber es cuánto de ese polvo lo respiro yo”, dice José Luis Cejudo, secretario general del Sindicato del Colectivo de Maquinistas del Metro de Madrid (SCMM). Él mismo, como maquinista, ha atravesado la estación de Estadio Olímpico en innumerables ocasiones.

Su sindicato ha propuesto un estudio de seguridad laboral de los maquinistas para el que Metro de Madrid ya ha pedido presupuesto. Dentro de dos meses, según las previsiones del SCMM, los trabajadores que tienen contacto con la estación llevarán encima durante unos días un aparato, parecido a un espirómetro, con un filtro de partículas para determinar cuánto de ese polvo les llega a su organismo.

La línea 7B, también conocida como Metro Este, es una prolongación de la línea 7, que recorre 50 kilómetros entre las estaciones de Pitis y Hospital del Henares, en la vecina localidad madrileña de Alcalá. La línea fue inaugurada en 2007 y, desde entonces, ha sufrido cuatro cierres por obras, en 2008, 2011, 2014 y 2015. En todos los casos, las obras han causado importantes molestias, e incluso grietas en sus viviendas, a vecinos de San Fernando de Henares, a 9 kilómetros de Madrid.
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